Mujeres amazónicas que sueñan con estudiar: desafíos, desarraigos y esperanzas

Las jóvenes de la Amazonía peruana deben abandonar sus comunidades locales para continuar su educación, pero en las ciudades se encuentran con violencia, abusos y extrema pobreza. Sus historias
August 4, 2025
Mujeres amazónicas que sueñan con estudiar: desafíos, desarraigos y esperanzas
Todas para Unas | Un gruppo di studentesse della provincia di Loreto, nell'Amazzonia peruviana, mostrano felici il loro diploma
Dar voz a las mujeres. Cuando y donde no la tienen. Para que se conozca y se hable de su condición aún demasiado desfavorecida. Del Líbano a Irak, de México a Nigeria, de Afganistán a Somalia, de la India a Perú: son 10 las redes independientes de mujeres periodistas que se han adherido a nuestra propuesta Mujeres sin fronteras, el proyecto de Avvenire para el 8 de marzo de 2025. A partir de esa fecha publicaremos cada 15 días un reportaje de cada una de las redes implicadas. Este episodio fue producido por las periodistas Paulina Ríos y Diana Manzo, de la Red mujeres periodistas de Oaxaca.
Inicia el año escolar en abril de cada año en todo el Perú, las campanas de los colegios repican a nivel nacional, pero en Loreto, en el corazón de la Amazonía Peruana, los profesores, aún tardarán en llegar 4 o 5 semanas, para iniciar clases, porque hay demasiados casos de venta de contratos, sistemas corruptos y profesores que no tienen probidad. En la selva baja, zona inundable, varios meses del año, la creciente (subida del río e inundaciones) que organizaban la vida de las personas de manera cotidiana, ha sufrido cambios importantes. Inundaciones extremas, no esperadas, reflejo del tan nombrado cambio climático, detienen nuevamente las clases.
Colegios unidocentes, colegios que quedan hasta 2 o 3 horas de distancia, obligan a las madres y padres de familia a migrar a otros poblados un poco más grandes, donde sus hijas e hijos, puedan tener al menos mejores oportunidades que las que el estado, responsable de dotar de este derecho público, en las comunidades ofrece.
Esmeralda tiene 17 años y sueña con ser obstetra, comenta que mira a su alrededor y piensa en todas las mujeres, muchas veces adolescentes muy jóvenes, que necesitan de un personal de salud que les de confianza. Es su sueño, pero su mirada se entristece inmediatamente cuando piensa en que no tiene los medios económicos para continuar sus estudios. “Me siento estresada, ansiosa, triste. Es desesperante no saber cómo vas a hacer para cumplir lo que tanto quieres. Mis padres no pueden apoyarme más de lo que me han apoyado para terminar el colegio. Para seguir estudiando debo trasladarme a vivir a Iquitos, y ahí necesitas pagar un cuarto, la comida, el transporte. Es casi imposible” Para muchas, la incertidumbre sobre el futuro y un presente que destruye sus territorios, atentando con sus vidas; genera la necesidad de buscar oportunidades en otros lugares. En el Marañón, la preocupación por la contaminación y el riesgo en sus hogares ha hecho que muchas chicas busquen oportunidades para retornar luego a sus comunidades como profesionales de apoyo.
Migrar para estudiar
Loreto, región amazónica, y la más extensa del país, es la segunda región de la que mayores recursos naturales se extrae en el Perú, por más de 50 años, le han sacado las entrañas de la tierra con el petróleo, que tanta riqueza ha traído a los gobiernos de turno, pero que para los pobladores loretanos, solo ha dejado despojo y miseria. No queda nada. Prueba de ello, es que en Loreto el 71% de infraestructura educativa carece de servicios básicos. Migrar en este contexto es casi una obligación para las familias que intentan garantizar al menos un poco, un mejor futuro para sus hijas. Esta es una de las experiencias más complejas para las adolescentes en las comunidades amazónicas, el futuro y la educación.
En el Río Marañón, región Loreto de Perú, las jóvenes cursan su secundaria con varios esfuerzos y pequeños viajes a través del río para llegar a otras comunidades en donde ofrecen este grado de educación, algunas jóvenes arman grupos para ir y regresar de manera segura. Sin embargo, al terminar la secundaria, este esfuerzo irá haciéndose mayor, ya que terminar la escuela y estudiar una carrera técnica o universitaria implica alejarse de sus comunidades y migrar a la ciudad.
Se migra en escala, de las comunidades, a comunidades más grandes, de comunidades más grandes a ciudades pequeñitas o pueblos y finalmente, el sueño mayor, es llegar a la ciudad de Iquitos, capital de la región, donde en la mayoría de los casos, se habita en cinturones periféricos de extrema pobreza, sin agua, sin acceso a servicios y en contextos de hacinamiento que traen consigo múltiples otras implicaciones sociales.
La educación para las mujeres amazónicas lleva las marcas de las desigualdades sociales
A Verónica que también acaba de terminar el colegio, le preocupan además de su situación económica, el desafío que implica para una chica de una comunidad, o un pueblo pequeño, rendir el examen para acceder a la universidad. “Te da miedo no dar la talla, no pasar el examen, porque sabemos muy bien, que lo que nosotros hemos recibido en el colegio, está muy por detrás de lo que reciben en Iquitos, y más aún en Lima”. Leysi tiene 16 años, ha migrado de su pequeña comunidad en el río Marañón, a vivir a Nauta, su hermana ya hizo lo mismo cuando apenas cumplió 11 años, sus padres, no podían dejar su comunidad, porque era su sustento de vida, y la enviaron a la ciudad a vivir con unos familiares. Muchas familias lo tienen que hacer así, sus hijas deben migrar solas, y vivir y atenderse solas cuando apenas empiezan el colegio. “Para una chica sola es más peligroso, porque la gente comienza a saber que vives sola y te enfrentas con muchos riesgos. Pero no solo eso, en el colegio eres de las más calladas y tímidas, porque es muy diferente el ambiente. Entonces comienzan a hacerte a un lado, a discriminarte, a hacerte lo que se dice el bullyng”. Muchas mujeres jóvenes que migran desde comunidades nativas donde se habla la lengua materna, se enfrentan también al problema del lenguaje. “Te da miedo y vergüenza” comenta Leysi.
Para Gaviota Tello, antropóloga y artista del pueblo kukama, es muy fuerte ese tránsito entre una comunidad a una zona periférica. “Lo que pasa en estas ciudades para nosotros como jóvenes indígenas, y qué pasa con nuestros sueños, cuando tenemos que salir. Tenemos que enfrentarnos a muchas cosas, la invisibilización, discriminación, enfrentamos una serie de cosas como el acoso, la trata, violencia, la pobreza. Algunos dejamos de soñar y tratamos de adaptarnos” sentencia.
Iquitos, Pucallpa y Tarapato, son algunas de las ciudades que ofrecen servicios de educación superior, para las jóvenes de las zonas ribereñas, una de estas ciudades puede estar a semanas de distancia, vía fluvial desde sus comunidades. Existen becas nacionales, como la BECA 18, destinadas a jóvenes de pueblos indígenas que destacan por su rendimiento. Algunas chicas logran ingresar a través de estas becas, aunque para las mujeres indígenas que egresa (con mucho esfuerzo) de las escuelas en las comunidades, la desigualdad educativa cobra factura en estas situaciones.
Enfrentar la violencia y seguir construyendo las posibilidades
“Importa mucho reconocer las brechas sociales que se presentan ante las jóvenes cuyos sueños las llevan a las ciudades. En varios casos, el ritmo de la ciudad, la inseguridad que conlleva y la economía consumista nos ha vuelto vulnerables a diversas situaciones de violencia y abuso” comenta Gaviota.
La realidad en las universidades siempre es crítica, desde no poder pagar el transporte público de S/.1 (0,36 centavos de dólar), hasta ir a clases sin comer en todo el día. “Muchas compañeras de otros pueblos que han buscado trabajos para poder mantenerse en la ciudad han sufrido abuso laboral y acoso sexual en sus puestos de trabajo. Algunas incluso tuvieron que dejar sus estudios porque el trabajo absorbe demasiado tiempo a diario y es lo único que solventa sus gastos.” Las intenciones de estudiar se ven muchas veces frustradas por la supervivencia en un espacio donde todo se vende y se compra, el ambiente se siente incluso más hostil, y es necesario acostumbrarse para evitar robos y acoso callejero. Ningún caso es igual, el hecho de ser mujer e indígena agrega la carga social de ser estigmatizada y muchas veces excluída por profesores y compañeros.
Kimberly está todavía en el colegio, este año saldrá y además de ser futbolista, sueña con ser abogada o enfermera, su preocupación crece, cuando van pasando las semanas y terminará su ciclo en el colegio, ella trabaja en las mañanas en el mercado para conseguir algo de recursos para sus estudios en la jornada vespertina, y le preocupa la situación emocional de ella y muchas de sus compañeras: “las chicas que venimos de comunidades, muchas veces nos afectamos en las emociones, se deprimen, se encierran, no recibimos apoyo, y a veces ni si quiera se ha comido en todo el día. Se escuchan casos de suicido en las comunidades, Nauta y en Iquitos.” A ella le preocupa un tema que las autoridades no abordan de manera colectiva. Para Radio Ucamara, que investiga de manera permanente y sistemática la realidad de los pueblos indígenas en la zona, el suicidio en las y los adolescentes está estrechamente relacionado con la desterritorialización, el desarraigo, el despojo del territorio, por diferentes causas, como la destrucción del entorno, la pobreza, el alejamiento de tu núcleo familiar y el miedo a ello.
Una investigación en 2023 realizado por CHS Alternativo, que trabaja los temas de migración en la región, ha reflejado una cadena de explotación sexual de muchas mujeres indígenas en diversas generaciones que fueron captadas con falsas promesas laborales o sus propios sueños, y terminaron enfrentando violencia sexual y explotación, recluídas por años lejos de su territorio. La constante sexualización de la mujer amazónica es un factor importante para la vulnerabilidad de jóvenes desde siempre, además de la discriminación y racismo que se ve reflejado en el trato al que nos enfrentamos en la ciudad. No ha dejado de ser común, que personas de las ciudades vayan a las comunidades a buscar sus “sirvientas”, hablando con los padres sobre hacer estudiar a su hija y que trabaje ayudando en casas, al final nunca iban a la escuela y jamás recibían un sueldo por trabajar en esos hogares, limitadas en el espacio por estar en ciudades grandes como Lima e Iquitos, sin poder regresar a sus hogares.
“Pocas compañeras indígenas lograron egresar de la carrera de antropología, en la que yo estudié, algunas lo siguen intentando. Este es un recordatorio de que como mujeres indígenas estamos tomando espacios constantemente negados, por la sociedad, por el Estado. Sin embargo, no es algo que debería suceder en eras tan globalizadas y llenas de la palabra “desarrollo” en sus propagandas.” Gaviota, está terminando su carrera profesional, luego de muchos esfuerzos y lágrimas, enfrentando muchos tiempos de violencias, que no le ha podido quitar los sueños. Es una antropóloga kukama que está desafiando el mundo, desde la cosmovisión y la espiritualidad de su pueblo. Cree que es posible cuidar de las jóvenes indígenas en las ciudades “ generar espacios como jóvenes indígenas de otros pueblos, para no desesperanzarnos, no desmotivarnos, sentirnos unidas, consoladas, y poder tener fuerzas para defender nuestra identidad y nuestro pueblo”.
Autoría: Este reportaje ha sido construido por el Colectivo Todas para Una (un colectivo de jóvenes indígenas localizado en Nauta, que através del arte y el periodismo comunitario busca construir un espacio seguro para mujeres adolescentes) con la edición de Gaviota Tello y Daniela Andrade.
El colectivo Todas para Una es una inicitiva de periodismo comunitario indígena con enfoque de género en la ciudad de Nauta, amazonía de Perú. Este grupo busca ser un espacio de seguiridad y confianza para adolesntes en la región, que enfrentan muchos problemas de violencia de género. Con su trabajo periodistico han ganado un premio nacional organizado por CHS, sobre violencia y trata de mujeres. Han organizado foros publicos con organizaciones para realizar incidencia sobre el tema de la violencia que les afecta y llevan adelante la Batucada Ba TUMBA, que es un espacio de recuperaciones de los tambores kukama e incidencia pública.

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